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La pintura abstracta presenta una fusión de elementos orgánicos y mecánicos, representando seres híbridos a través de la yuxtaposición de formas y texturas. La obra abarca una paleta de colores fríos y cálidos; los tonos azules y verdes en contraste con los rojos y naranjas generan un balance rico y vibrante. Las líneas son intermitentes, curvas y rectas, que convergen y divergen continuamente, simbolizando la dualidad de lo natural y lo artificial.
En el centro, se percibe una forma que asemeja a una criatura, un ser híbrido. Muestra rasgos humanoides con elementos maquinales, planteando una interpretación abierta que cuestiona la coexistencia de lo biológico y lo tecnológico. La pintura tiende a ser caótica y envolvente, al mismo tiempo, de una manera que reta la percepción del observador.
Los colores se mezclan y entrelazan formando áreas de intensidad lumínica que añaden profundidad a la obra. Observamos toques de pintura que parecen saltar desde el lienzo, añadiendo una sensación tridimensional. Algunas áreas son claramente detalladas mientras que otras parecen diluirse en la ambigüedad, alentando a los espectadores a perderse y encontrarse una y otra vez en su embriagadora trama.