2023-12-06-21-11-02
Esta pintura abstracta brilla con un espectro de colores vibrantes que abarcan desde naranjas eléctricas hasta turquesas brillantes, pasando por púrpuras profundos. Al principio, el caos cósmico parece presidir el lienzo, pero al aterrizar la mirada, surge el esbozo inhóspito de un paisaje posthumano.
El terreno es fantasmal, marcado por edificios sin vida, rascacielos retorcidos e infraestructuras en ruinas. Las engarzas que alguna vez fueron signos de vida humana ahora se disuelven, como si se derritieran en una danza etérea de colores y sombras. Las líneas y las manchas de colores parecen fluir y chocar en un remolino de emociones, creando una visión propia de un sueño inquietante.
El pintor, en un acto de equilibrio minucioso, ha fundido la abstracción con el declive posthumano en uno, con el uso magistral de formas degradadas y diluidas, para pintar un futuro en el que la humanidad se ha extinguido, pero en el que su vestigio persiste, embellecido por el juego de colores.
Los colores vibrantes, más bien paradójicamente, narran una historia no de festividad sino de nostalgia y melancolía, y la textura dolorosamente desordenada de la pintura es un recordatorio del imperio que podríamos dejar atrás. A través de este intrincado tapiz de colores y sombras, el artista pinta un rompecabezas abstracto que invita a reflexionar sobre nuestro futuro.