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Esta fotografía blanco y negro muestra un retrato de una mujer posthumana. La mujer está sentada en una silla con los brazos cruzados sobre su pecho. Su cabello es largo y negro, con algunas mechas grises que se destacan entre los rizos. Sus ojos están cerrados, y su expresión es tranquila. La luz de la habitación se refleja en su rostro, destacando sus rasgos. Sus labios están ligeramente entreabiertos, como si estuviera a punto de decir algo. Su piel es pálida y suave, con algunas arrugas alrededor de los ojos y la boca. Sus manos están unidas, con los dedos entrelazados, como si estuviera orando. Su vestimenta es simple, con una blusa blanca y una falda negra. Esta fotografía transmite una sensación de calma y tranquilidad, como si la mujer estuviera en paz con el mundo. La imagen nos recuerda que la vida es frágil y que debemos aprovechar cada momento.
