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Esta pintura abstracta posthumana ofrece una imagen representativa del futuro, dominada por tecnología avanzada y ciencia ficticia. La obra, de tonos fríos con toques de neón brillante, engloba una ciudad llena de estructuras geométricas complejas. Los edificios altos parecen estructuras cristalinas, irradiando luz y datos en un espectáculo etéreo. Las carreteras son olas serpentinas de luz azul-plateada, evocando caminos de información digital. La ausencia de figuras humanas sugiere una dependencia total de la tecnología. Sin embargo, hay presencia humana, en la forma de patrones fractales y secuencias de código binario que forman la base de los edificios, apuntando a una ciudad creada por los seres humanos, pero trascendida por su propia creación. La pintura despierta sentimientos de curiosidad y temor ante este futuro distante, marcado por la deshumanización y el avance abrumador de la tecnología.