2024-01-05-18-01-08
La fotografía estenopéica muestra una visión profunda e insólita de una naturaleza posthumana. Inmediatamente llamativo es la ausencia de presencia humana directa; sin embargo, se siente su evidente influencia de su existencia anterior en este mundo posiblemente post-apocalíptico.

El centro de la imagen es dominado por un gigantesco árbol de metal y vidrio, un remanente de la civilización humana entrelazado con una vegetación desbordante y salvaje, lo que evoca la noción de una Tierra que ha tomado nuevamente su lugar después del retiro del hombre. Los rastros de una antigua metrópolis son visibles en el fondo, cubiertos por capas de musgo, algas y enredaderas.

Los colores son sutiles y desaturados, dando a la imagen un tono de melancolía. Los matices de grises y verdes se mezclan con fragmentos de colores oxidados, testimonio de la decadencia de la era industrial. El cielo, un campo de estrellas borrosas debido a la técnica de la fotografía estenopéica, aporta un sentido de tiempos perdidos en la perpetuidad.

La luz suave que se filtra a través de la frondosa cubierta vegetal evoca un sentimiento de renacimiento, simbolizando la resistencia y la resilencia de la naturaleza. A pesar de su aspecto desolado, la imagen es en última instancia un canto a la vida, un recordatorio de su inmutable persistencia más allá de la huella humana.

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