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La fotografía vintage, de tonos sepia, recoge el retrato de una mujer posthumana. A primera vista, su apariencia es similar a la nuestra, pero al prestar atención, vemos que sus ojos son de un azul robótico brillante, agudo y penetrante, como luces LED. La piel de su rostro y manos es suave y brillante, dando la impresión de ser un material artificial, libre de imperfecciones.

De perfil, se puede observar un panel robusto de metal plateado en una porción de su cráneo, con líneas microscópicas grabadas, posiblemente circuitos. El cabello, sin embargo, es natural, pelirrojo y ondulado, cubriendo parcialmente la placa. Viste con un cuello alto, una levita Crombie de principios de siglo XX, en apariencia vintage, pero con la adaptación de un panel solar en su espalda.

Esta unión armoniosa de humano y máquina deja claro que se trata de una posthumana. A pesar de las modificaciones técnicas, sus rasgos faciales, la expresión en sus ojos y la leve sonrisa, mantenían una calidez y humanidad. Con su mirada, parece mirar más allá de la cámara, hacia el futuro, un futuro donde la línea entre lo humano y lo sintético ya no es tan clara.

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