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Esta pintura abstracta retrata una visión posthumanista de la vida. El retrato se compone de una figura humana, despojada de todos los atributos humanos. La figura está compuesta por líneas onduladas, colores brillantes y formas geométricas. Las líneas onduladas representan el flujo de la vida, los colores brillantes representan la energía vital y las formas geométricas representan la armonía de la naturaleza. El fondo de la pintura está compuesto por una gama de colores brillantes, desde el amarillo al rojo. Esto refleja la energía vital de la figura, la cual se encuentra en un estado de constante transformación. La figura es una representación de la humanidad, sin límites ni fronteras, libre de todos los prejuicios y limitaciones impuestas por la sociedad. Esta pintura es una reflexión sobre la libertad de la humanidad, una libertad que no se encuentra en ningún lugar, sino dentro de nosotros mismos.
