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Una fotografía estenopédica sobre una naturaleza posthumana captura la profunda y poética belleza de la muerte. La imagen muestra una figura humana con los ojos cerrados, descansando en un fondo de un cielo nocturno estrellado. La figura está envuelta en una tela blanca, como si estuviera siendo enterrada. La luz de la luna llena el espacio, creando una atmósfera misteriosa y mágica. El uso de la estenopía da a la imagen una profundidad y una sensación de quietud. Esta imagen nos recuerda que la muerte es parte de la vida y que la belleza de la naturaleza humana se mantiene incluso después de la muerte. Esta fotografía estenopédica nos recuerda que la vida es un viaje y que la muerte es una parte natural de este viaje.
